Soy de la 12

No había publicado esta nota, porque consideraba que no era momento todavía. 

Quería contarles una pequeña historia, de algo que paso hace algunos años.  Es la historia de un pibe, que paso prácticamente su infancia yendo a la cancha. La 1° vez que lo llevaron, fue cuando tenía 2 años, y desde ahí siempre asistió de la mano de su abuelo. No había un domingo, que no quisiera ir. Su abuelo, como el todavía era chico, lo llevaba a la platea, porque al tratarse de un hombre mayor, no se animaba a llevarlo a la popular.

Durante varios años, este chico experimentaba la sensación que no se puede explicar. No hay forma de contar la pasión, esa pequeña cosa, que se despierta un domingo a la mañana, dentro de nosotros y que resulta imparable. Esa sensación que nos lleva a dejarlo todo, por ir a ese lugar, en el que nos sentimos cómodos. Donde todos son amigos, donde en frente está el enemigo, pero no es un enemigo acérrimo, al que queremos matar en batalla, pero si a quien queremos ver vencido. Y todo, en ese enorme lugar, que se llena de almas con el mismo sentimiento. Un lugar que vibra bajo los pies, si vibra…  Parece increíble que una enorme masa, echa de acero y concreto vibre y lata pero lo hace. 

Cuando nuestro amigo cumplió 9 años y a modo de regalo atrasado, su abuelo lo llevo a la popular. Ese lugar en el que siempre había soñado con estar, donde todo es fiesta, donde un puñado comandaba a miles en la arenga. Donde un hombre de pelo cano, era el más respetado, donde nadie jamás paraba de alentar. Y ahora iba a estar ahí, iba a ver a “El Abuelo” y se iba a abrazar con algún miembro de la 12, para festejar algún gol de Comas.  Y lo más importante jugaba Boca-River, era el 2 de noviembre del 86 y Boca venia de perder con el mismo rival, por la Copa Libertadores.  Ese día nuestro amigo, prácticamente ni vio el partido. Estaba totalmente abstraído, por el espectáculo que percibía en las tribunas. Ver a la 12 cantarle sin parar, a su rival eterno no le permitía ver otra cosa. Y el suelo latiendo bajo sus pies, lo alentaba a sumarse a cantar y saltar junto al resto.

Llegado al minuto 71 de partido, algo hizo cambiar todo en nuestro amigo, Gol de Comas… Todo era efusión, un grito ensordecedor y la oportunidad de cumplir un sueño. Nuestro amigo escapo del cuidado de su abuelo, para acercarse al para avalanchas. Quedo estupefacto, viendo a los miembros de la 12, gritando y cantando, casi suspendidos en el aire, solo sujetos por una bandera. Y el susto de su vida fue lo que le siguió, un hombre de cabellos blancos con una voz muy particular, le puso una mano en la cabeza. El Pánico, invadió a nuestro amigo, que quedó mudo ante la consulta de este hombre. – Que haces acá pibe? – El nene medio llorando, inflo el pecho y contesto: - Yo soy de la 12… El hombre largo una carcajada, alzo al nene y pidió a uno de los que estaba en el pata avalanchas, que se bajara para subirlo a él. No pueden imaginar la emoción de ese chico, que por un momento, fue uno más de la barra, era un miembro de la 12. Cuando llego su abuelo, el hombre de cabello cano, evito el reto. Bajo al ahora barra y  lo saludo con un apretón de manos. Cuando termino el partido y ya de regreso a casa el abuelo le pregunto: - Que hacías con “El Abuelo” ? -Yo soy de la 12; siguió contestando por mucho tiempo… 

Pasaron los años y “El abuelo” dejo de ser el Jefe de la 12, muchos pasaron, pero no fue lo mismo lo que nunca cambio, fue el vibrar y el latir de La Bombonera. Ya no estaba comas, ni Passucci para imponer miedo. Pasaron muchos que cumplían un rol parecido, Giunta, Serna Bataglia Bermudes Schiavi, Maradona, La Torre, Marcico, Palermo, Guillermo y Riquelme.  Muchos jugadores, buenos  y malos pero solo 2 cosas siguen intactas...Paso el tiempo, presidencias y comisiones directivas. Pero, La Bombonera y la pasión de la gente, esa gente que hace al templo latir, esa gente que se transforma en un jugador más, con su aliento y fanatismo. Eso siempre va a estar!

Lamentablemente nuestro amigo, por una diferencia con los que dirigen el club, se alejó durante un tiempo de eso que tanto lo apasionaba. La cancha... Veía a Boca por la tele, pero no era lo mismo, no sentía como sus pies vibraban al son del: Dale Bo!

Pero hace poco algo lo motivo a volver, esa misma gente que lo obligo a alejarse, quería y quiere alejar también, al último ídolo de la gente. 

Y si como era de esperar, el volver a sentir bajo sus pies, el latir de la Bombonera; le dio más fuerzas para continuar y reforzar su lucha. Porque esta gente, no solo quiere echar al ídolo de la gente, quiere matar a la Bombonera. Si matarla, porque la bombonera renace, fin de semana por medio cuando 50.000 almas (más o menos) hacen latir su corazón, con sus cantos, gritos y saltos. Cuando los Bombos, redoblantes, trompetas y Banderas la llenan de vida. Cuando desde la popular que usualmente ocupaba la 12, un grupo de gente canta: Dale, dale, dale, dale, BOCA …

Pero no es lo mismo, hay mucho que hacer para recuperarte Boca, mucha gente que ni siquiera te conoce, debe dejar de conducir tu futuro. Y eso es algo que este hincha te promete, vas a volver a ser el Boca que conocí. Ese Boca, que no dependía de un título para conocer la gloria, ese Boca en el que la gloria era su gente. Ese boca, que amaba sus símbolos y a sus ídolos.  Ese Boca, al que todos los que te queremos, podíamos ir a alentar. Sin depender de un pedazo frio de plástico, que nos diga quién puede, o no ir a verte.  Ese Boca con la verdadera 12, no ese grupo de mercenarios, que se venden al mejor postor.

Vamos a volver Boquita… 

Jamás vamos a dejar que te maten Bombonera…

Nunca más te van a cambiar los colores.

Es la promesa de este hincha de corazón Azul y Oro, que desde que tiene memoria conoce tu mayor gloria. 

Atte.: Ariel Perez 

Fanático de Boca desde los huevos de mi viejo

Y amante del buen fútbol desde 1996

 

Soy de la 12

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