La verdadera historia que rodeó al adiós de Riquelme a Boca

 

La ratificación “a propósito” del entrenador. La impericia de los dirigentes para que todos los jugadores llegaran a la final. La sombra “de Mauricio”. Las entradas que sí tuvieron los “barras” y no los familiares directos de los futbolistas.

Juan Román Riquelme acumuló en los últimos tiempos varios motivos para su “portazo”. Negra historia de intrigas y viejos enconos.

A Mauricio Macri se le fueron dos veces el técnico más ganador de Boca, Carlos Bianchi, y tres veces (con ésta incluida) el máximo futbolista de la historia del club, Juan Román Riquelme. Se puede contar como una cuarta cuando el ingeniero impidió que llegara a tiempo para jugar el Mundial de Clubes de 2007, porque no terminaba de pedir licencia para hacerse cargo de la jefatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y abortaba la contratación que ya estaba arreglada por su sucesor, Pedro Pompilio. Lo había traído por seis meses a préstamo para ganar la Libertadores de ese año, como trampolín a la alcaldía y después que “lo usó”, “lo tiró”: decía que Boca no debía invertir tanto dinero en su pase definitivo. Se cobró “el Topo Gigio”. Dos veces se le fue Bianchi. Tres, Riquelme. Mauricio Macri quiere ser presidente de la Nación.

Riquelme firmó finalmente ese contrato con Pompilio, aunque, por culpa de Macri, fue demasiado tarde. No entró el pase y Riquelme viajó a Japón pero no llegó a jugar contra Milan, equipo que venció a Boca por 4 a 2. Cuando se terminó ese vínculo (que era originariamente de Villarreal) Román pidió uno nuevo de cuatro años, por mucho menos dinero que el que le ofrecía, por ejemplo, Corinthians de Brasil. “Quiero terminar mi carrera en el jardín de mi casa”, decía. Apareció un opositor insólito a eso que querían la mayoría de los boquenses: el principal “delfín” de Macri, el tesorero Daniel Angelici, quien solo aprobaba un contrato de dos años. Arrastró a todo el grupo macrista de la directiva y casi provocó un “golpe institucional”. Se forzó una votación también insólita (no se hizo lo mismo con el pase de Walter Erviti, por ejemplo, proporcionalmente de más dinero, o con el de Damián Escudero, por quien se pagaron dos millones y medio de euros por el 50% del pase, lo mismo por lo que ahora no se hizo uso de la opción por Darío Cvitanich). Al final tuvo que desempatar el presidente, Jorge Amor Ameal, principal sostén de Riquelme, representando, obviamente, a la mayoría de los boquenses genuinos. Pero Angelici forzó la cuerda hasta el final para, en la contienda política, quedarse con el estratégico departamento de socios, con el cuál a partir de ahí armó el aparato para ganar las elecciones a presidente que, llamativamente, tuvo más de 25.000 votantes.

El 24 de febrero de abril de 2011, el técnico que había elegido Ameal, Julio César Falcioni, había dejado afuera a Riquelme de un partido ante All Boys, sin lesión de por medio. El presidente reaccionó y le dijo al técnico que Román era un patrimonio fundamental del club y que debía jugar.

El 10 fue la figura fundamental en el Apertura 2011 y dejó a Boca ocho puntos arriba en la tabla cuando se lesionó. Ya el equipo jugaba a su manera, después de una charla que mantuvo con el técnico en la pretemporada de Curitiba. El entrenador sostuvo siempre el 4-3-1-2 y el equipo salió campeón invicto con 12 puntos de ventaja.

Llegaron las elecciones que ganó Angelici el 4 de diciembre de 2011, y de la cuál Riquelme no participó activamente (como sí lo hicieron otros) pese a que conocía el encono de Macri y su gente, y que Ameal había sido su sostén.