AD10S

 

Carta de despedida un hincha de Boca a su máximo ídolo en el día la noticia más triste para un fanático de Román. No existe el periodismo en esta nota, solo el dolor ante un admiración sinceramente Bostera. 

 

En mi cuenta de Twitter lo dice claramente: “Riquelmista desde el 96″ y es una gran verdad que seguramente le ocurra a muchísimos de los hinchas de Boca que habitan en este mundo. Aquel año no es cualquiera, es en el que debutaba el máximo ídolo – de quién escribe esta nota – con la camiseta más hermosa del universo; Ese mismo día y ante Unión de Santa Fe, un pibe de 18 años daba una lección de fútbol que hacía que La Bombonera improvise un par de ovaciones en un grito que sonaría muy distinto con el tiempo.

Flaco, alto, con un cuerpo aparentemente frágil, como el de esos pibes que si no los conocés y ganaste el pan y queso, difícilmente los elijas para jugar en un picado al lado tuyo. Así era Román, dueño de un carisma avasallante  y un talento de potrero que se apoderó del corazón del hincha en su primera función. Con el número 8 en la espalda,  él salió a jugar como si ese mítico césped fuera el del patio de su casa.  Maduro como un adulto, pero con la inconsciencia de un chico que no comprende la magnitud de sus actos. Ese fue el puntapié de una carrera que sobrepasaría a la de todos los futbolistas que alguna vistieron la camiseta de Boca.

Apreciar una asistencia igual, o más que un gol es un concepto extremadamente revolucionario en un juego tan dramático como el fútbol. Es como disfrutar la belleza de un rayo de luz que posa en flor mientras que las nubes grises de una guerra amenazan con destruir ese cuadro visual y momentaneo. El hincha de Boca siempre fue subestimado, tratado como un marginal que sólo valora el esfuerzo y no tiene la capacidad de gozar ante un gesto técnico. Riquelme cambió todo eso, le devolvió la dignidad futbolera al Bostero.

Capaz de inventar un caño en medio de un súper clásico internacional y decisivo de una Libertadores, de pisar la pelota sobre el suelo para humillar a los reales madrileños y sus camisetas blancas llenas de soberbia, dueño de un botín con adherencia a bajar desde la estratófera  el balón para adormecerlo sobre el cuero de su calzado y hacer sentir impotentes a sus colegas de profesión, hombre de lágrimas bosteras que caen sobre su rostro para regar de tristeza un alma abatida por una derrota injusta ante los alemanes, con personalidad para hacer oir a un Presidente tacaño el clamor popular de la Bombonera.

Poseedor de los sueños, representante de ilusiones y héroe de las epopeyas más grandes de Boca. El que nunca fue derrotado en el templo ante el rival de siempre, el que podía ganar solo la Copa que todos quieren, el que hacía mejores a sus compañeros, el de la espalda enorme para soportar la presión de los medios, las críticas mal intencionadas, y la cobardía de algunos compañeros. Aquél que nunca fue querido – y hasta odiado – por los mercenarios del para avalanchas. Ese es Riquelme.

El periodismo es un oficio que se lleva dentro del alma para todos los que lo practican. Este sitio intenta serle útil a todos los Bosteros que nos leén, y nutrir a los que escribimos acá de práctica para ir perfeccionándonos en esta hermosa profesión. Sepan disculpar a este redactor de Diario Xeneize por este texto. Pero esto no es una nota, tampoco una editorial aunque así aparezca categorizada. Esta es una carta que escribo ante la tristeza de saber que mi ídolo no vestirá nunca más la camiseta que ama al igual que yo. Seguramente algún lector se sentirá identificado, e incluso pensará que podría haber escrito algo mejor y tendrá razón. No hay forma de escribir el afecto hacia ese monstruo que usó la 10.

AD10S, Román. Todos los Xeneizes de ley te recordarán por siempre en sus corazones.  Yo sé que seguramente será un hasta pronto. Y que   con el potrero que te formó, los asados, la familia y tus amigos de siempre podrás llenar el vacío que te llevó a tomar esta decisión. Ni hablar cuando tu corazón Bostero te bombee una necesidad de volver a la Bombonera tan fuerte que incluso pueda con tus irrompibles códigos.

Ya sea en la cancha con la pelota abrazada a tu empeine, como técnico para seguir aportando esa mente futbolera que todo lo sabe,  o como cuando eras pendejo y alentabas desde la tribuna al igual que todos nosotros al club de tus amores, todos los hinchas de Boca siempre te vamos a estar esperando. Gracias y hasta siempre.

 

​Gracias a nuestrosa amigos por tanta emocion brindada en estas palabras